En tí coexisten víctima y victimario

En tí coexisten víctima y victimario todos los días, en todas tus acciones y conductas.

¿Por qué hablar de este tema en un ambiente de negocios hoy en día? ¿En qué afecta la mentalidad de víctima o victimario en nuestras prácticas de negocios, marketing y operación económica y financiera?

El punto de quiebre.

Pandemia, crisis, evolución y hartazgo. Todo lo que está sucediendo en este momento a nivel mundial nos trajo aquí. No es casualidad que haya crisis social y política en casi todos los países del mundo actual. La tensión puede ser racial, cultural o de división política. Pero el origen y la solución a los problemas que enfrentamos no se van a solucionar con cambios “institucionales”, se van a dar con cambios de mentalidad individual.

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foto: Josh Hild – unsplash.com
Un cambio cultural.

La cultura local y global han evolucionado y son el resultado de dos cosas: su historia y su influencia. La historia de lo que ha pasado en la cultura local y cómo se ha visto afectada e influenciada por agentes externos. En algunas ocasiones la influencia ha sido pacífica, bienvenida y unificadora. En otras, se ha tratado de una conquista, aniquilación y tiranía impuesta. Pero en todos los casos, la historia es una tensión constante entre grupos de control.

¿Cómo se lograría un cambio cultural que nos ayude a evolucionar?

Primero, hay que reconocer que la cultura hasta ahora ha sido basada en que para que alguien gane, alguien más debe perder. Esta es una de las mayores mentiras que ha inventado la humanidad. Surgió en un momento de supervivencia quizás. Se fundó en valores reales de supervivencia con depredadores y cazadores. La realidad de su momento histórico, pudo haber tenido validez. Hoy en día, no. Puedo afirmar con toda certeza que hay millones de personas hoy viviendo vidas productivas y felices. Demostrando, día con día, que se puede lograr la prosperidad y el éxito sin pisotear a quienes te rodean. Por el contrario, se pueden lograr y preservar, si construyes un espacio en el que tanto tú, como todo quien contribuye a tu éxito, merece una recompensa por ello.

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Photo by Ivan Aleksic on Unsplash
Coexisten víctima y victimario, conquistadores y conquistados.

Tenemos que entender y aceptar que dentro de todos nosotros hay siempre una dualidad. Coexisten víctimas y victimarios, conquistadores y conquistados; opresores y oprimidos. Dualidades desde el origen, de la biología y genética de nuestros padres. Una dualidad (o multiplicidad, dependiendo de tu historia personal) de ideas y valores con quienes te criaron. Independientemente de si se trata de tus padres biológicos, abuelos, familia, instituciones y comunidad. Ambos elementos nos aportan una herencia en la que siempre encontraremos presentes víctimas y victimarios.  Y, por supuesto, los traumas que generan en nuestra mentalidad estos elementos.

Sin importar tu origen, si rastreas tu origen un par de generaciones y estudias la historia de tus ancestros, te darás cuenta de esta mezcla. Aún en poblaciones con menor presencia extranjera, la tensión local de líderes y comunidades locales implicó conflictos. La historia de hombres y mujeres también trae traumas propios. Hombres históricamente resentidos por mujeres que los usaron como herramienta de supervivencia. Mujeres que históricamente fueron abusadas, utilizadas y abandonadas. Hombres y mujeres viviendo vidas reprimiendo su verdadera identidad racial, sexual y cultural. Tú traes toda esa información codificada en cada célula de tu cuerpo.

En tus ideas y en tus decisiones coexisten víctima y victimario.

Que quede muy claro, no estoy negando el racismo. No pretendo minimizar la discriminación sistemática y estructural. Al contrario, quiero decir, que esto es real porque no hemos aceptado la realidad de nuestra historia. Esto pasa en Latinoamérica, Europa, Australia, África, Asia, Estados Unidos, etc. Piénsalo. Si vives en España… la gran confrontación de País Vasco, Cataluña, y la ruptura social que persiste desde la Guerra Civil. Si vives en Estados Unidos, el norte contra el sur con la enorme diferencia desde la Guerra Civil y la brecha entre las costas y la zona central, ni mencionar la discriminación a Latinos, Negros y otras minorías. Sin mencionar la incomodidad de las acciones imperialistas de Estados Unidos y Europa en todos los países de Latinoamérica. Las guerras tribales y étnicas milenarias de todos los pueblos originarios y las migraciones voluntarias e involuntarias que comenzaron la internacionalización y mestizaje también son relevantes.

¿Cómo se manifiestan a diario?
  • Pensar que debes “acabar con la competencia”.
  • Pensar que si a alguien le está yendo bien, tiene que ser mala persona.
  • No pagar horas extra, no dar aumentos o regatearle el precio a tu proveedor.
  • Los juegos de poder dentro de una oficina.
  • Las políticas de discriminación en contratación y promoción en empresas.
  • Culpar al jefe o líder de todo lo que sucede en tu empresa.
  • Culpar a la flojera e incapacidad de tus trabajadores de los problemas de la empresa.
  • Pensar que tienes “todo en contra”.
  • Pensar que a tí “nadie te dice que no”.
  • Gritar para imponer tu punto de vista.
  • Validar tu existencia con los logros de tu trabajo.
  • Vender con estrategias basadas en las “debilidades” de tu cliente.
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De nada sirve quedarse en los roles, es tiempo de cambiarlos.

¿Cómo pasamos de que coexistan a superarlos?

a) Encuentra las historias de víctimas y victimarios.

Lo primero que tenemos que hacer es aceptar la presencia de estas ideas y valores en nuestra vida. Detectar de dónde vienen y… ¿Por qué no? Hacer un análisis genealógico o hasta de ADN. No estoy exagerando. Lo primero que puede ayudarte a controlar lo que hay grabado en tu subconsciente y en tu propia naturaleza, es conocerlo. Conoce las historias de tu familia, incluyendo padres, abuelos, bisabuelos y sobre todo ese primo o tío “incómodo” del que nadie habla. Si puedes valida lo que te cuentan con documentos históricos, archivos y registros. O, al menos, cruza un par de versiones distintas para tener visiones objetivas.

Después, repasa la historia de la época y lugares en donde nacieron y crecieron. Si no tienes contacto con tu familia, investiga en general las historias de la gente de la región en donde naciste y en los lugares que has vivido en el transcurso de tu vida, o busca el origen de tus apellidos.

b) Aprende a reconocer cómo se manifiesta en tu historia.

Tú te conoces. Sabes qué te hace feliz, triste, frustrado, inspirado, etcétera. Analiza tus conductas y valores y crúzalos con tu origen. ¿Qué notas? ¿Cuáles son los patrones y conductas tuyas se parecen a las de tus antepasados? ¿Los miedos y resentimientos parecen activarse con detalles que realmente no son tan importantes? ¿Qué tradiciones te parecen más importante conservar? Te irás dando cuenta de que mucho de lo que eres está más grabado en tu genética y subconsciente de lo que tú reconoces.

c) Haz las paces entre ambos.

Ahora que sabes que es real, es momento de reconciliar a ambos bandos. Reconoce que la gente herida es quién hiere a otros. No juzgues las acciones buenas o malas, pero tampoco las ocultes o evadas. Es momento de aceptar que algunas acciones que hoy considerarías atroces, fueron de vida o muerte. Es una oportunidad de ver cómo las presiones de la sociedad o la falta de información crearon brechas y heridas difíciles de superar. Desde tu padre y madre biológicos, hasta el resto de tus ancestros, reconoce su valor. Reconoce su presencia en ti, en tu físico, en tus ideas, en tus reacciones. Agradece que sus errores y aciertos hoy te permiten estar en este planeta para aprender las lecciones que ellos quizás no lograron aprender.

d) Toma decisiones conscientes.

Ya determinaste toda la carga que viene en tu ADN. También haz tenido oportunidad de entender la realidad histórica de tu familia, y quizás la tuya propia. Ahora recuerda lo más importante:

Siempre tienes la opción de decidir cómo reaccionar.

No puedes controlar el sistema, las políticas y las decisiones globales–a menos que seas un alto funcionario o dueño de una gran empresa transnacional. Pero siempre puedes controlar tus reacciones y pensamientos ante lo que te sucede. Siempre tienes la elección de ver que en ti coexisten víctima y victimario, en cada pensamiento y en cada una de tus acciones.  ¿Qué producto vas a elegir? ¿A quién vas a contratar? ¿Qué insumos vas a utilizar?

Y no sólo se trata de las fallidas políticas de “Acción Afirmativa” que muchas veces se implementan. Se trata de ir mucho más allá. ¿Cómo vas a calificar a la gente que te rodea? ¿Vas a hacerle ver a los demás “quién manda”? ¿Quién tiene la culpa de lo que te sucede en tu día a día? Esas preguntas tienen más peso y más fuerza para cambiar el sistema que hoy por hoy nos tiene partidos en pedazos aún cuando compartamos territorio, tradiciones e historia.

Reconocer que vienes de una larga lista en la que coexisten víctima y victimario te ayuda a romper el ciclo. Pero romperlo, depende única y exclusivamente de que te des cuenta de que sí tienes el poder de romperlo.

¿Estás listo o lista para romper el ciclo?

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